Yo te ofrezco de amor una sonrisa,
mi boca ardiente, mi pecho palpitante,
no me importa si quieres o desprecias
y todo olvido cuando estás adelante.
Yo sé que te quiero mucho,
estar junto de ti es mi deseo
ya que siento la duda de los celos
cuando lejos estás y no te veo.
Pero no seas ingrato, si rendida
te doy mi corazón y mi ternura,
si tú quieres mi bien toda mi vida
y quita de ella toda su amargura.
Y no permitiremos que la suerte
la llama de este amor nunca destruya,
el mundo cambiará eternamente
seguiré siendo para siempre tuya.
Margarita Monroy de Hori